Cuando uno decide estudiar periodismo en una universidad católica, como en mi caso fue la UCA, se enfrenta una dicotomía: la profesión exige hablar a partir de pruebas fehacientes, y la existencia de Dios no puede ser demostrada con hechos empíricos. Sin embargo, existe un camino para explicarle a nuestro editor que Dios existe y así escribir una nota fantástica. Empecemos:
No hay una factura a nombre de Dios, así que debe tener todo en negro.
Tampoco tiene DNI, así que no vota y, por lo tanto, no le interesa la política.
La AFIP no tiene registros de pago de impuestos a su nombre. Ergo, evade.
Dios jamás estacionó mal o la grúa le llevó el auto, entonces se deduce que no tiene auto (sirve para recuadro: Dios no sabría manejar).
Jamás solicitó subsidios a ningún gobierno. Por lo tanto, Dios no es empresario del transporte, la energía y otras actividades.
No hay fotos de Él (de Dios, eh) ni salió en películas. Así que no es fotogénico (La nota se puede ilustrar con nubes atravesadas por rayos).
Las cámaras de seguridad de las canchas nunca lo filmaron. Entonces no le gusta el fútbol. Y como los domingos está en la iglesia, tampoco le importa el TC.
En el archivo no hay nada de Él (de Dios, eh). Fotos, notas, videos... ¡Nada! Por lo que se deduce que es de perfil bajo.
Muchos políticos de distintas partes del mundo lo nombran seguido. Así que debe tener el pasaporte al día y hasta una visa especial.
Jamás se presentaron demandas contra iglesias que usan su nombre sin permiso. Entonces no tiene registrada la marca.
Más allá de varias modelos disfrazadas de angelitos, nunca se le conocieron novias o novios. Se le podría poner pimienta a la nota diciendo que Dios sería virgen.
Se deduce que es pacífico, ya que no se registraron jamás entradas a comisarías.
Goza de buena salud, porque nunca estuvo en una guardia.
No aparece en el Veraz, en deudores de patentes o en deudores alimenticios. Ergo: Dios sólo maneja efectivo y es prolijo con el dinero.
No tiene página web, ni Twitter ni Facebook. Quizás no le gustan las redes sociales o simplemente no sabe usar Internet.
Tampoco pagó alguna vez la luz, por lo que se cumple el rumor de que es un ser de luz. O también pueden gustarle las penumbras.
Sólo hay un libro sobre Él, pero está desactualizado.
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