Día 1: se reúnen Macri, Vidal, Larreta y los metrodelegados. El problema es que no se encuentran en el mismo lugar. Pierden la mañana llamándose por teléfono.
Día 2: todos juntos se sientan a negociar y llegan a un acuerdo: los metrodelegados pedirán empanadas (6 de carne, 6 de humita, 12 de pollo); los funcionarios comerán Sushi con excepción de Macri, que de cara al 2015 se muestra nacional y popular. Se clava un choripán parado mientras mira Canal 7.
Día 3: la negociación se estanca y el conflicto se traduce en caos. Los subtes no funcionan, los colectivos se desbordan y Macri afronta la situación como un verdadero héroe de la patria: aparece andando en bicicleta.
Día 4: el gobierno de la Ciudad pone micros que hacen el mismo recorrido que los subtes. Descubren que el ancho de los túneles no les permite avanzar. El comité de crisis se muestra en alerta.
Día 5: cansado por el conflicto, el Gobierno nacional toma cartas en el asunto: expropia Ciccone. La falta de concordancia desconcierta a los usuarios. Boudou declara: "Con mis cosas no, Cristina, eh".
Día 6: se lanza la campaña: "El subte es grasa, huele mal y es de peronistas". La gente desiste de la idea de viajar bajo tierra y aplica el plan B: renuncia a sus trabajos.
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