miércoles, 12 de septiembre de 2012

Querido periodismo:

                                                   No hace mucho que nos conocemos pero siento que ya estoy en condiciones de decir frases como "pibe, esto está jodido", "café era el de antes" o "ésta yo ya la vi". No quiero que creas que peco de soberbio o que me pienso un gran profesional. Nada de eso. Sólo que ya puedo reflexionar ciertas cuestiones que, creo, serán moneda corriente con el paso del tiempo. 

A considerar esta situación: Llamo por una nota a un ejecutivo de una importante empresa y me responde: "Estoy entrando a una ponencia de dos horas. ¿Me podés llamar en dos horas?". Allí mismo pensé: "¿Sabrá este buen hombre que las noticias tienen un componente de inmediatez?". Porque quizás es simplemente un ingenuo, que piensa que la realidad lo espera a él, a sus tiempos, a su ritmo lento. Como te imaginarás, querido periodismo, le pedí que me respondiera las clásicas "dos o tres preguntitas" y que, al cortar, brindara la mejor ponencia del mundo. Dicho y hecho. Me respondió y cada uno siguió con su vida.

Sin embargo, en estos tiempos que corren, el invento del e-mail, tan práctico, higiénico y veloz, se volvió un arma de doble filo. El spam, los correos de publicidades de hoteles en Dubai y los descuentos en papas fritas inundan mi casilla a diario. Para que te des una idea, antes de despedirme de mi jornada laboral, me quedaron 22 cartas electrónicas por abrir. A veces pienso que soy cartero y que eso no es una redacción, sino las oficinas de Correo Argentino. 

No quiero aburrirte, querido periodismo, porque sé que estás ocupado lavándote lo amarillo; pero no puedo dejar de comentarte que, si no tengo el escritorio hecho un desastre, no me siento periodista. Y cuando digo desastre me refiero a vasos de café por la mitad, gaseosas sin terminar, diarios viejos, lapiceras sin tinta, anotadores medio escritos, envases de galletitas. Quien lea este párrafo puede pensar que soy un pordiosero, pero la verdad es que el hábito hace al monje. Por lo que estoy analizando ir vestido de monje, aunque sea los viernes.

Sin más, se despide tu amigo.

P.D.: No te olvides lo que me prometiste.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Sueño de una noche de fracaso

- Teodoro, ¡Qué bueno que viniste!
- Sí, cuando me dijiste que uno de los actores se enfermó, pensé “esta es la mía”.
- La verdad que nos salvás.
- Para eso están los primos.
- Gracias, ídolo.
- ¿Siguen haciendo Shakespeare?
- Sí, Sueño de una Noche de Verano, una apuesta fuerte.
- Se nota, se nota. Yo ya me memoricé todos los personajes.
- Ah, no, pero…
- Pero nada. Me dije: “Si me llaman por algo es”. Y yo soy un profesional.
- Claro, pero…
- De chico me gustó el teatro y tuve hasta bolos en televisión. ¿Te acordás de “La Ola está de Fiesta”?
- Teodoro, ya tendríamos que estar saliendo a escena.
- Uhh, buenísimo, ¿de quién hago? ¿De Oberón, o de Teseo? Ah, ya sé, me llamaste porque doy justo con Puck.
- No, Teodoro. ¡Hacés de árbol!
- ¡¿Cómo?! ¿De árbol?
- Sí, resulta que se engripó el muchacho que mueve el árbol, y bueno, les dije que yo conseguía un reemplazo.
- ¡Pero yo estudié en el conservatorio!
- Por eso te llamé, quién mejor que vos, que tenés experiencia.
- Ah no, yo me voy a la mierda. Esto es como que te inviten a jugar a la pelota y te pongan de árbitro.
- ¡Pero te necesito! Después de todo, ¿Para qué están los primos?
- Andate a cagar, vos y la obra. Y no me llames para más nada, ni para actuar, ni para Navidad, ni para nada. 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Y yo qué querés que te haga...

Me olvidé la billetera

Ah, vos sos un boludo, no tenés plata, te tengo que pagar yo y encima querés que te entienda. Bueno, pago. Pero la próxima que te olvides la billetera, te cago a patadas.

¿Me prestás tus apuntes?

Entonces como vos no podés conectar dos neuronas y anotar tres párrafos pedorros, yo tengo que perder tiempo esperando que copies de mis notas y que encima me hinches las bolas porque no entendés mi letra.

Ah, pero es lejos

Bueno, vos vivís en la loma del orto, no tenés auto, no querés subirte a un bondi pero querés ir de joda. Si querés te doy una patada en el traste y aterrizás en la barra del boliche. 

Me gustaba más la hermana

¿Y para qué te encaraste a la otra? Le hubieses tirado de entrada a la hermana y nos ahorrábamos el problema. Ahora se te pasea la hermana por la cara y vos teniendo que aguantarte a la feucha. 

No me atiende el teléfono

Todavía se debe acordar que le dijiste que era una trola y que la odiabas. No creo que te atienda por un tiempo. Ah, no debiste haberle pateado al perro. 

No me dio ni un beso

Y... estuviste toda la salida escupiendo mientras hablabas, le dijiste que su carrera era una boludés y le hiciste pagar el pochoclo. Todavía no entiendo cómo no te pateó las bolas.