lunes, 3 de septiembre de 2012

Sueño de una noche de fracaso

- Teodoro, ¡Qué bueno que viniste!
- Sí, cuando me dijiste que uno de los actores se enfermó, pensé “esta es la mía”.
- La verdad que nos salvás.
- Para eso están los primos.
- Gracias, ídolo.
- ¿Siguen haciendo Shakespeare?
- Sí, Sueño de una Noche de Verano, una apuesta fuerte.
- Se nota, se nota. Yo ya me memoricé todos los personajes.
- Ah, no, pero…
- Pero nada. Me dije: “Si me llaman por algo es”. Y yo soy un profesional.
- Claro, pero…
- De chico me gustó el teatro y tuve hasta bolos en televisión. ¿Te acordás de “La Ola está de Fiesta”?
- Teodoro, ya tendríamos que estar saliendo a escena.
- Uhh, buenísimo, ¿de quién hago? ¿De Oberón, o de Teseo? Ah, ya sé, me llamaste porque doy justo con Puck.
- No, Teodoro. ¡Hacés de árbol!
- ¡¿Cómo?! ¿De árbol?
- Sí, resulta que se engripó el muchacho que mueve el árbol, y bueno, les dije que yo conseguía un reemplazo.
- ¡Pero yo estudié en el conservatorio!
- Por eso te llamé, quién mejor que vos, que tenés experiencia.
- Ah no, yo me voy a la mierda. Esto es como que te inviten a jugar a la pelota y te pongan de árbitro.
- ¡Pero te necesito! Después de todo, ¿Para qué están los primos?
- Andate a cagar, vos y la obra. Y no me llames para más nada, ni para actuar, ni para Navidad, ni para nada. 

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