Si Macri decide agarrar los subtes, que antes exija que les peguen una buena fumigada. Todas las líneas tienen cucarachas -y no estoy hablando de los sindicalistas-, sino cucarachas de verdad, con antenas, patitas y una velocidad asombrosa que la lleva a esconderse detrás de los carteles de publicidad.
La modernización de la Línea A, las obras de la H, la infraestructura del no sé qué son temas superfluos: antes de hacer cualquier cosa hay que barrer a las cucarachas -no los sindicalistas, las otras-.
Después de barrer le recomiendo al ingeniero Macri que cambie la programación de las pantallas, porque ver a Rodríguez Larreta inaugurando un puesto de bicisendas es demasiado aburrido -aunque veamos el lado positivo: las televisiones no tienen volumen-.
Ahora sí, hablemos de los sindicalistas. En caso de recibir el subte, que Macri exija sindicalistas flacos -si es que existe tal cosa-, bañados y con el pelo más o menos corto. No ahondemos en cosas como terminar el secundario porque sino las estaciones se quedan vacías.
Si nos ponemos exquisitos, quizás a Mauricio le convendría resignar algunas obras en pos de que los sindicalistas vengan sin tendinitis, aunque eso requeriría una negociación tediosa.
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