Padre, he pecado

- Padre, he pecado.
- Adelante, hijo, estoy para ayudarte.
- No creo, padre.
- Adelante...
- Tengo pensamientos que no son del todo correctos.
- Con la mente también se peca, hijo.
- Sí, pero yo me voy a la mierda.
-¡Hijo!
- Perdón, padre, pero si le digo qué pienso se va a enojar conmigo.
- No estoy para juzgar a nadie.
- Bueno, le digo: me gustan los hombres.
- ...
- Qué sé yo, los encuentro atractivos, salgo con ellos.
- A Dios no le gustan esas cosas, hijo.
- Sí, me imagino, pero Dios no tiene cola, padre.
- ¡¿Cómo?!
- Claro, que tengo necesidades, perdón, nací mal.
- No, hijo, cada uno es como es. Dios nos quiere a todos por igual.
- Sí, eso me ayuda. Entonces fantasear con cabras no está mal, supongo.
- ¿Cabras? ¿De qué tamaño?
- Generalmente grandes y blancas, ¿Por qué pregunta?
- Porque un monaguillo me contó que... no importa.
- La cosa es que todo mambo que me viene lo hago realidad. Sé que lo mejor es salir con una mujer, tener hijos, pero los hombres me pueden.
- Y las cabras.
- Sí, y una vez vi un pato en la ruta.
- Dios mío.
- Perdón.
- Para nada, hijo. Tú encontraste en ti la culpa y eso es lo importante, en nombre del Padre, del Hijo y del...
- Espere, padre, hay algo más.
- Te escucho.
- Quizás se enoje.
- Después de lo de la cabra no creo.
- Y del pato.
- Y del pato, claro.
- Padre, yo, yo... soy peronista. No sé por qué, me gusta, me siento parte de un grupo, tienen canciones pegadizas, líderes, son únicos.
- ...
- ¿Padre?
- Vienes hasta aquí, te arrodillas ante Dios, me hablas de tus calores traseros, de tus fantasías con cabras.
- Y patos.
- Y patos; y yo escucho todo y en nombre de Dios trato de entender, pero esto es demasiado para mí.
- ¿Y la acción social del peronismo?
- ¡Fuera de esta iglesia, hereje del movimiento nacional y popular!
- Dios es comprensión.
- Dios no es un choripán en un acto en Ferro. ¡Fuera!